Mandela

Siempre había visto a Mandela como un icono del cual no podía saber nada. Es decir, podía leer sobre su vida, sobre sus logros etc, pero me parecía un héroe endiosado al cual no podía llegar a ver como un hombre de carne y hueso.

En este viaje a Sudáfrica hablé con muchos habitantes para preguntarles sobre él. Fue impresionante. Aman a Mandela. Y lo que más me llamó la atención es el amor incondicional que le tienen tanto negros como blancos. Los primeros, obviamente porque él les dio la libertad, les quitó las cadenas del apartheid. Pero mi sorpresa fue cuando los blancos me hablaron de él. Todos repetían lo mismo: "Gracias a él no hubo venganza sangrienta". Ahí uno se da cuenta de lo extraordinario de Mandela. A pesar de que los blancos lo trataron como perro durante toda su vida, después, cuando llegó al poder no llamó a sus seguidores a que se vengaran. Personalidades como él solo se observan en pocos momentos de la historia.

"¿Después de años de sufrimiento no querían prender fuego las casas de los blancos?" fue una pregunta que le hice a un taxista. "Eso sería defraudar a Mandela" fue su respuesta. Miran hacia el futuro y no hacia el pasado. Pero antes de que alguno me compare Sudáfrica con lo que pasó acá durante la última dictadura para tratar a las Madres de revanchistas, hay una marcada diferencia: Allá tuvieron juicios que le dieron paz a las familias de los desaparecidos y no hubo leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Mandela y la justicia cerraron las heridas. En Argentina faltaron ambas.